En 2024, Perú enfrenta una situación ambiental crítica, marcada por un alarmante aumento en el número de incendios forestales. Hasta la fecha, se han reportado más de 361 incendios en 22 departamentos, siendo Cusco, Huancavelica, Huánuco y Cajamarca las regiones más afectadas. Estos incendios no solo devastan áreas forestales y biodiversidad, sino que también comienzan a tener repercusiones económicas significativas en sectores cruciales para la economía local, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y el bienestar de miles de familias que dependen de la agricultura.
El impacto de estos incendios es multifacético; se observa una destrucción no solo de la flora y fauna local, sino también de tierras agrícolas esenciales para la producción de cultivos básicos. La pérdida de estas tierras no solo compromete la disponibilidad de alimentos en el mercado local, sino que también representa una amenaza directa a la estabilidad económica en zonas rurales. A medida que los incendios continúan, la presión sobre la economía agropecuaria se intensifica, creando un panorama desolador para quienes viven de la agricultura.
Con el aumento de la frecuencia y la intensidad de los incendios, la respuesta estatal ha sido insuficiente. A pesar de la gravedad de la situación, los recursos destinados a la prevención y el control de incendios siguen siendo limitados, lo que agrava el problema y deja a las comunidades vulnerables ante una crisis inminente.
La economía agropecuaria en riesgo
La economía peruana, especialmente en las regiones rurales, depende en gran medida del sector agropecuario. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), más del 31.6% de la población económicamente activa (PEA) en estas áreas trabaja en agricultura y ganadería. Esta dependencia hace que las comunidades sean especialmente vulnerables a desastres como los incendios forestales, que pueden destruir infraestructura agrícola y reducir drásticamente la productividad de la tierra.
En Cusco, uno de los departamentos más afectados, se han reportado 31 incendios que han comprometido vastas extensiones de terreno cultivable. Este departamento es un importante productor de papa, un alimento básico en la dieta peruana. En enero de 2024, la producción de papa mostró una caída del 94.9% en comparación con el mismo periodo del año anterior, según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (MIDAGRI). Esta disminución no solo impacta los ingresos de los agricultores, sino que también pone en riesgo la disponibilidad de este cultivo en los mercados locales y nacionales.
En Huancavelica, que ha registrado 21 incendios, la agricultura y la ganadería son fundamentales para la economía local. A pesar de que a principios de 2024 se había observado un crecimiento del 5% en el sector agropecuario, la continuidad de los incendios podría revertir esta tendencia. Los cultivos de alfalfa y arveja, esenciales para la alimentación y el comercio local, están en riesgo. La pérdida de estos cultivos afectaría no solo a los productores, sino que podría desencadenar una crisis en la cadena de suministro alimentario en la región, aumentando el riesgo de inseguridad alimentaria.
Impacto de los incendios y la respuesta del Estado peruano
Históricamente, los incendios forestales han sido una amenaza constante en Perú. En 2022, se destruyeron más de 100,000 hectáreas de bosque, con costos de rehabilitación que pueden alcanzar los $1,500 por hectárea. La situación actual, con más de 173 incendios activos, refleja un patrón preocupante que requiere atención inmediata. Sin embargo, a pesar de la gravedad de la situación, la respuesta estatal ha sido insuficiente, con recursos limitados para implementar medidas de prevención y control.
La falta de equipos adecuados y la escasez de personal capacitado han dificultado la respuesta efectiva a los incendios y la mitigación de sus efectos. Esta falta de preparación pone en riesgo no solo el medio ambiente. Sin embargo, la región enfrenta graves limitaciones para responder a emergencias de gran magnitud, contando con tan solo un vehículo para atender múltiples emergencias, según el "Plan de Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres frente a Incendios Forestales en la Región Madre de Dios 2025", elaborado por el Gobierno Regional de Madre de Dios.
Además, el gobierno enfrenta críticas por no actuar con la urgencia necesaria para abordar esta crisis. Las organizaciones no gubernamentales y los líderes comunitarios han solicitado una mayor inversión en recursos para combatir los incendios y proteger las áreas afectadas. La colaboración entre el Estado y la sociedad civil es esencial para desarrollar estrategias efectivas que permitan mitigar el impacto de estos desastres en el futuro.
Daños ambientales
Los incendios forestales no solo causan daños inmediatos en la vegetación, sino que también provocan la erosión del suelo, disminuyendo la fertilidad y aumentando la vulnerabilidad de las tierras agrícolas a futuras catástrofes. La liberación de grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) durante los incendios contribuye al cambio climático, con emisiones que alcanzaron aproximadamente 3.2 millones de toneladas de CO2 en 2023, según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR). Esta cifra representa una amenaza adicional para el clima global y exacerba los fenómenos climáticos extremos en el país.
La contaminación del aire también es un efecto significativo de los incendios, afectando la salud pública en las regiones cercanas. El humo de los incendios puede provocar enfermedades respiratorias, aumentando la carga sobre los sistemas de salud locales, que ya se encuentran en crisis. Esto subraya la necesidad de abordar no solo los incendios como un fenómeno ambiental, sino también como un problema de salud pública que requiere una respuesta integral.
Además, la degradación ambiental provocada por los incendios forestales tiene un impacto a largo plazo en la economía. Se estima que los costos de rehabilitación de los ecosistemas afectados podrían superar los $150 millones. Esto representa una carga económica considerable en comparación con los beneficios inmediatos de la producción agrícola en las regiones afectadas.
Pérdidas en la biodiversidad
La pérdida de biodiversidad es alarmante; especies emblemáticas como la vicuña y el oso de anteojos se encuentran en peligro debido a la destrucción de su hábitat. Los incendios han amenazado no solo a la fauna, sino también a la flora, con afectaciones a especies como la quina (Cinchona spp.) y el hualtaco (Myracrodruon urundeuva), esenciales para el equilibrio ecológico. Además, los incendios han amenazado sitios arqueológicos significativos, como el complejo de Huascarán en Ancash y las ruinas de Moray en Cusco, representando una pérdida irreparable para la identidad cultural peruana.
Los incendios también han impactado zonas críticas de la Amazonía, incluyendo áreas protegidas que albergan una rica biodiversidad. La destrucción de hábitats de especies en peligro de extinción, como el oso andino, representa una grave amenaza para la biodiversidad de la región. Este deterioro no solo afecta a las especies en peligro, sino que también compromete los servicios ecosistémicos vitales que sustentan la agricultura y la vida humana.
El impacto de estos incendios en la biodiversidad resalta la interconexión entre la salud del medio ambiente. La pérdida de especies y ecosistemas saludables afectará a largo plazo la capacidad de las comunidades para sustentarse, subrayando la urgencia de implementar medidas efectivas de conservación y restauración en las áreas afectadas.
Impacto a largo plazo
La degradación ambiental provocada por los incendios forestales tendrá consecuencias significativas para la economía y la biodiversidad. Se estima que la productividad agrícola en estas áreas podría disminuir hasta un 30% en los próximos años debido a la pérdida de suelos fértiles y la erosión. Esta reducción no solo impactará los ingresos de los agricultores, sino que también podría incrementar los precios de los alimentos, potencialmente desencadenando una crisis alimentaria.
A su vez, el 70% de las especies endémicas en las regiones afectadas enfrentan un riesgo elevado de extinción, lo que afectará gravemente la biodiversidad y los servicios ecosistémicos esenciales para la agricultura. La salud pública también se verá comprometida, con costos asociados a enfermedades respiratorias que podrían alcanzar hasta $3.5 millones anuales en las regiones afectadas.
Sin una intervención adecuada, se estima que la frecuencia de incendios podría aumentar en un 50% para 2030, creando un ciclo de degradación ambiental y empobrecimiento rural. Este escenario resalta la necesidad urgente de implementar estrategias de prevención y restauración que prioricen la sostenibilidad a largo plazo. Los incendios forestales de 2024 representan una amenaza no solo para el medio ambiente, sino también para la estabilidad económica de regiones como Cusco, Huancavelica, Huánuco y Cajamarca. Es crucial que el Estado, las organizaciones no gubernamentales y las comunidades trabajen juntos para implementar medidas efectivas de prevención y recuperación.
La degradación ambiental causada por los incendios forestales en Perú tiene un impacto negativo a largo plazo en la economía y la biodiversidad. Con costos de rehabilitación que podrían superar los $150 millones y una reducción proyectada de hasta el 30% en la productividad agrícola, el riesgo es claro: los beneficios inmediatos de la producción agrícola no compensan las consecuencias devastadoras. Esto afecta gravemente a la población económicamente activa en las zonas rurales, donde más del 31.6% depende del sector agropecuario.
Es crucial que el Estado, organizaciones no gubernamentales y comunidades trabajen juntos para implementar medidas de prevención y recuperación. Sin una respuesta efectiva, se perpetuará un ciclo de degradación que compromete la economía de miles de familias.
Elaborado por: Eva Pretell, Olivia Chava, Lizeth Zegarra, Daniella Regalado, Paola Guzmán, Adriana Torres