Hidrógeno verde: ¿un recurso para todos?

26 de septiembre de 2024 por
Olivia Chava
| Sin comentarios aún

En los últimos años, el hidrógeno verde se ha convertido en la gran esperanza para la transición energética mundial. Este elemento, obtenido mediante la electrólisis del agua utilizando energías renovables, promete una solución limpia y eficiente para descarbonizar sectores difíciles de electrificar. En Perú, el potencial para desarrollar esta industria es innegable, pero el camino hacia una verdadera transición energética está plagado de desafíos históricos y nuevas incertidumbres.

El uso del hidrógeno en Perú no es algo nuevo. En 1965, la planta de Industrias Cachimayo, cerca de Cusco, comenzó a producir amoníaco para explosivos utilizando hidrógeno generado con energía hidroeléctrica, lo que hoy podríamos considerar como una de las primeras prácticas de hidrógeno limpio en el país. A pesar de este logro temprano, más de 50 años después, no se ha replicado a gran escala.

Recientemente, la industria privada ha puesto sus ojos en el hidrógeno verde. Empresas y políticos han visitado la planta de Cachimayo, impulsados por el interés de la Asociación Peruana de Hidrógeno (H2 Perú). Sin embargo, a pesar de este creciente entusiasmo, el avance concreto ha sido lento, especialmente cuando se compara con países vecinos como Chile, que ya está desarrollando una estrategia clara de producción de hidrógeno.

Al sur de Perú, zonas como Moquegua, Tacna y Arequipa, tienen niveles de radiación solar excepcionales, lo que podría convertirlo en un lugar clave para la producción de hidrógeno verde. Pero hay dudas. Organizaciones de la sociedad civil temen que este recurso termine beneficiando principalmente a las grandes empresas, mientras las comunidades locales, históricamente afectadas por la minería, queden al margen.

Un punto crítico es el agua. El proceso de electrólisis necesita grandes cantidades de este recurso, y en el sur del Perú ya hay conflictos por la escasez de agua. Aunque se propone usar agua desalinizada, esto genera nuevos desafíos, tanto económicos como técnicos, que aún no están del todo resueltos.

Además, surge una pregunta sobre la equidad. En muchas zonas rurales del sur, más del 25% de la población sigue sin acceso a electricidad. ¿Es justo invertir en una nueva industria cuando las necesidades básicas de la población no están cubiertas? Si Perú quiere realmente aprovechar esta oportunidad, debe asegurarse de que los beneficios del hidrógeno verde no se concentren en unos pocos.

El hidrógeno verde representa una oportunidad única para Perú, tanto por su potencial económico como por su capacidad de contribuir a la descarbonización global. Sin embargo, para que esta industria despegue de manera justa y sostenible, es necesario un compromiso real por parte del Estado y las empresas para asegurar que los beneficios se distribuyan equitativamente y que el desarrollo no se realice a expensas de las comunidades locales. Si no abordamos estas preocupaciones desde el principio, corremos el riesgo de que el hidrógeno verde sea otra oportunidad desperdiciada.

Identificarse dejar un comentario